lunes, 10 de noviembre de 2008

El Enterao de turno

Todos hemos comprobado alguna vez como, en algunas reuniones (de amigos, conocidos, familiares..etc), destaca la presencia de algún ente humano que provoca cierto grado de vergüenza ajena por el contenido de los comentarios que vomita por sus fauces. Generalmente suelen tener como objetivo en sus comentarios el afán de notoriedad o protagonismo, vertiendo opiniones de todo tipo aunque sea profano en la materia. Si la conversación toma otro rumbo, él volverá a despuntar con otro argumento para quedar a la cabeza y tratando de marcar su territorio. Característicamente tienen una baja o nula tolerancia a pasar desapercibidos; incluso llegando a pagar el precio de hacer el más espantoso de los ridículos (siendo ellos los únicos que no lo perciben). Los más profesionales llegan incluso a opinar en foros especializados aun siendo él el más ignorante en el tema que se trate. Hay una subespecie muy extendida caracterizada por intentar, con las mencionadas habilidades sociales, ser los más graciosos del lugar; paradigmas del popular dicho: "Más vale caer en gracia que ser gracioso". Suelen recibir, en general, el calificativo de Enterao (conocido tambien como tontopoya, cuando empieza a crispar los nervios del resto).

Ubicamos la acción en un pub malagueño inmersos en plena actuación del catedrático del humor Antonio Reguera (ver entrada anterior). Como dije en el anterior post, alli reunió a todo tipo tipo de gente; niñas monas, heavys, hippies, gente del barrio, casi todos con el denominador común de ser fans del astro de humor. No podía faltar él: El Enterao de turno. De botera silueta, enfundado en un traje gris, acorbatado hasta la nuez de Adan y acompañado por otro colega suyo de idéntico corte físico y mental, dispuesto a hacerse notar.
No habían pasado ni 15 segundos desde que Reguera pisara el escenario cuando ya estaban los dos llamando la atención del artista con cánticos tan originales como: "¡Ese Cádiz, Oé!". Pasó desapercibida tal llamada de atención. Comenzó el show con un poco de rock instrumental. El enterao enchaquetado al más puro estilo Cortefiel, hacía el gesto cornamental, icono del heavy-metal, con su mano derecha (con el puño cerrado extender únicamente los dedos índice y meñique) al ritmo de la música con bastante poca credibilidad y bastante poca vergüenza rockera. Se acercaba al artista mostrándole el icono a modo de comunión entre ambos.
Llegó el turno de las historias regueristas. Don Antonio comenzó su primera narración: "Un chaval de mi barrio...muy buena gente, buena gente, pero...". Y el enterao se anticipa interrumpiendo la historia que Reguera había comenzado: "¡MUY MENTIROSO!". Efectivamente se trataba de eso..de un chaval mentiroso, pero el enterao tenía que dejar claro al resto de la sala que él se sabía la historia, y dejarle claro al artista que era fan incondicional. Don Antonio proseguía las narraciones: "..y el padre se pidió..", el enterao continuaba a la milésima de segundo "¡UN CAFÉ CON CHURROS!"..ante lo cual el artista le contestó de forma dilpomática: "quillo, ¿te subes y los cuentas tú?". Ese comentario dirigido a una persona con absoluta integridad de sus facultades mentales y en pleno uso de las mismas, hace que se corte un poco y contenga su emoción y entusiasmo en favor del buen devenir del espectáculo. Pero con él no funcionó y contestó con una ridícula carcajada y elevando su dedo pulgar. Ni flores. El colega seguía erre que erre: "QUE GRANDE ERES"; "ESE CADIZ, OÉ", "CUENTA EL DEL CHALET" "QUE GRANDE ERES"..etc..rompiendo el silencio que se hacía en la sala para escuchar al gaditano y reventando parte y detalles de las historias. El resto del público comenzaba a dedicar miradas de desagrado al enterao y comentarios del tipo: "Illo..callate ya, hombreee", "que pesssao..", pero el portento no se daba por aludido. El propio Reguera, en tono jocoso, amigable y reguerista le llamaba "Chivato" y hacia referencias al atuendo cortefielero que llevaba..pero el enterao volvía a contestarle con ridículas carcajadas, dedos pulgares en alto y mirando a su alrededor, absorto en su mundo, como diciéndole al resto "Antonio es mi colega, le caigo guay".

Repudiable, recusable y deleznable la falta de respeto que el enterao tuvo con el señor Reguera y con el resto del aforo. Pero al mismo tiempo algo más que esperable en sujetos de esta calaña.

Querido señor enterao enchaquetao, permítame dedicarle unas palabras:
  • El público pagó por escuchar al Sr. Reguera. Nunca para escucharlo a usted. Y mucho menos para escucharlo a usted reventar las historias. Si se creía con ese tipo de derechos por el simple hecho de haber pagado una entrada sepa usted que había otras 150 personas que, pagando el mismo importe, tenían derecho a que lo hubieran puesto de patas en la calle por interrumpir el espectáculo (y digo interrumpir el espectáculo por no decir molestar o dar por culo al artista y al resto del público).
  • Entiendo que la emoción que le embargó ante su ídolo y ejerciendo su papel de fan incondicional, tuviera cierto problema con el control de sus impulsos. Pero si esto lo hace usted en un concierto de AC/DC, o de Metallica, o similar:"¡¡Ahora aparecen de la oscuridad!!, ¡¡Ahora saca la guitarra negra de dos mástiles!!", "¡¡Ahora van a tocar Highway to Hell!!"..no tardarán más de dos minutos en dedicarle una merecida y representativa colección de voluminosas y coloridas expectorancias bronquiales sobre su cabeza desde todos los rincones del recinto acompañado de un buen surtido de cálidos capones del público más próximo invitándolo a que se reubique a unos 2 km de alli. Seguro que usted eso ya lo sabía..no nos quedó ninguna duda de que es asiduo a ese tipo de eventos cuando lo vimos hacer esos cuernos tan perfectos enfundado en ese flamante traje gris, propio de cualquier evento rockero que se preste..¡oh, yeeeeah!

Pues eso..querido enterao, que para la próxima te quedes en tu casa dando la carga, colega.

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