domingo, 20 de julio de 2008

El Justiciero Agente TresCifras (Relato verídico sobre un absurdo (des)encuentro con un agente de la Policia Local de Málaga)

Estamos salvados. Y os cuento.
Hace unos años, cuando trabajaba como médico en un centro privado, fui requerido con carácter urgente para atender un paciente. El centro médico en cuestión estaba ubicado en una zona de Málaga capital en la que hay bastantes dificultades para estacionar el vehículo. Ante la advertencia que recibí por teléfono de que era urgente el motivo por el cual me habían llamado, y tras dar tres o cuatro infructuosas vueltas a la zona, me vi obligado a dejar mi vehículo estacionado sobre la acera. No sin antes cerciorarme de que no era el único vehículo que estaba de la misma manera (que no es excusa), que no obstruía el paso de ningún otro vehículo (tampoco es excusa) y dejando bien a la vista una nota que dejaba bien clara la situación: “Médico en servicio de atención sanitaria. Por favor disculpen las molestias”. Hasta ahí bien.
Cumplí con mi labor y, preocupado ahora por el estacionamiento del vehículo, me dispuse a cogerlo para aparcarlo ya con mucha más tranquilidad. Pues bien, allí estaba. Ondeando uno de sus extremos al viento con absoluta majestuosidad, fijado su cuerpo entre el limpiaparabrisas y el cristal de mi vehículo. El papelito verde. Ese papelito que te recuerda que no has sido buen ciudadano, que has infringido la ley y que te ofrece la posibilidad de contribuir con las arcas de la administración pública en señal de perdón y arrepentimiento. El papelillo verde estaba firmado por un número de tres cifras que representaba a un agente de la Ley y el Orden.
Por lo visto el agente Tres Cifras estaba a esa hora por ahí velando por nuestra seguridad en aquella zona céntrica de la localidad a plena luz del día (12:40 horas), zona muy peligrosa y conflictiva; sobre todo para él, porque estaba plagada de vehículos potencialmente peligrosos. Cuando de repente se percató de que uno de ellos ponía en peligro el orden público y sin más, se dirigió hacia el objeto de la grave infracción. Se inclinaría levemente para reflejar en el papelito la matrícula del desfiante, osado y canalla vehículo. Sacaría su bolígrafo justiciero para disponerse a reflejar sobre el trozo de celulosa el divorcio existente entre el coche y la ley y el orden. Dirigiría su mirada por el encima del antifaz binocular oscuro (absolutamente a la moda, Rayban o Arnette son sus favoritas) hacia la nota que había dejado yo en el salpicadero y la leería frunciendo el ceño como diciendo para sus adentros: “Señor infractor, ¿y a mi qué?. ¡Mi labor está muy por encima de todo esto, por favor!”. Y el peso del artículo trece de la Ordenanza Municipal de Circulación cayó sobre mi, ¡oh Dios mío!
Pues si, señor agente Tres Cifras (porque es esa la única referencia que tengo sobre usted) usted cumplió con la ley, con su ordenanza, su artículo, su código. Puede dormir relativamente tranquilo siendo estrictamente brazo ejecutor. Pero sepa usted algunas cosas más que a lo mejor no le enseñan o de las que no quiere enterarse. El acto de recaudación de impuestos que usted lleva a cabo tantas veces al día, además de poder hacerse en zonas céntricas o en barrios de buen nivel socioeconómico en los que ya nos tiene acostumbrados a su presencia, puede hacerlo usted con sus compañeros en zonas más conflictivas. Estamos casi convencidos de que allí podrían existir más oferta y variedad de infracciones para su realización y disfrute profesional. Pero allí puede que protesten un poco más, ¿no? Y no es plan de que le quiten la gomina a uno a base de sonoros argumentos de disconformidad, ni que llegaran a empañarle las lentes negras del justiciero antifaz con el tibio aliento del disconforme, o incluso con su propio vaho fruto de la evaporación del sudor producido por el romanticismo del momento. También es reconfortante ver como algunos jóvenes amantes de la velocidad y poco considerados con sus tímpanos mientras conducen, campan a sus anchas, siempre con mucha prisa (serán asuntos de trabajo, o cosas de chavales), por las vías públicas y ante sus narices mientras le recuerda usted a otro conductor que ha sido malo por no haber visto el ceda el paso echándole un autógrafo en el papelillo verde. Verídico. Para qué parar a la criatura, ¿no?, el mal rato que se iba a llevar tan jovencito.
Pero, volviendo a lo de aquel día (ya me estaba distrayendo yo), hubo algo que me desconcertó de su heroica, valiente y gran acción justiciera. No se, a lo mejor me equivoco, espero que sepa disculparme si no es así. Usted tiene muy claro el código que gobierna el acto de recaudación de impuestos y sus artículos, las documentaciones que tiene que solicitar, etc. Y cumplió. Pero tenga muy claro que de códigos éticos y morales no le enseñaron nada. A lo mejor es porque no viene en los libros de la oposición (porque si encima viniera entonces usted es el "desaventajado" del Cuerpo). Sobre la documentación del resto de profesionales de la provincia en la que está usted ejerciendo sabe poco. Y le remito textualmente al texto que reza en el reverso de nuestro carnet identificativo como facultativos colegiados: “Se ruega a la Autoridad auxilien al titular en el ejercicio de sus funciones como médico”. Y creo que el sentido de ese texto no tengo que explicárselo porque ya ha demostrado tener inteligencia de sobra (¿?¿?) llegando al lugar en el que está. Ya lo se, usted perdone, no tenía porqué saber que ese era el vehículo de un facultativo ejerciendo en ese momento, pero para eso dejé la nota con el sello bien impreso con numero de colegiado y todo, chato. Y luego se vende la esencia del ejercicio de su profesión como la ayuda al ciudadano…menuda ayuda. De todas formas, como es de bien nacido ser agradecido, pues muchas gracias señor agente Tres Cifras. No se que hubiera hecho sin su ayuda. Nuestra ciudad puede estar tranquila.
Ha sido un acto heroico más del justiciero agente Tres Cifras, que vela por nuestra seguridad, posando para nosotros con los brazos en jarra, mirando hacia el infinito bajo su antifaz. En el próximo capítulo el agente Tres Cifras muestra su poderosa placa al malévolo e infractor Doctor Dos Cifras Barra Cinco Cifras para que le expida un certificado oficial necesario para el título de Patrón de Embarcaciones de Recreo (si, yo tampoco entiendo porque enseña la placa para que se le expida un certificado médico oficial..¿es que iba a pagar con la placa?). ¿Sucumbirá el malvado doctor ante tanto poder?, ¿podrá articular palabra ante esa apabullante muestra de poderrrr? En los mejores cines. Nominada a los premios Joya como mejor película cómica. ¡Manda Cojones!

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